viernes, 6 de julio de 2018

Relación del clima y la historia de Sanabria

Daniel Boyano Sotillo,
Puebla de Sanabria, 9 de julio de 2018


Al igual que en otras partes del mundo, es posible observar en Sanabria la manera en que
el clima ha determinado ciertos momentos de la historia reciente, influyendo de forma directa sobre la acción humana en relación con el medio. Este texto pretende ser una aproximación a algunos de ellos, los más destacados, y está sujeto a posibles ampliaciones. 


Antes de comenzar, es necesario destacar que desde hace aproximadamente dos siglos, con la Revolución Industrial, el ser humano ya no sólo resulta influenciado por el clima, sino que ha empezado a modificarlo. Muestra de ello es el Calentamiento Global y, por tanto, el Cambio Climático acelerado que sufrimos en nuestros días debido a las actividades humanas. Uso el adjetivo acelerado porque el clima de la Tierra es cambiante pero siempre ha mantenido ritmos a los que la mayoría de los seres vivos se ha podido adaptar. Eso no ocurre en la actualidad y, en consecuencia, desaparecen gran cantidad de especies, lo que ha dado pie a que ciertos autores hablen de una Sexta Extinción. Todo ello en un contacto en el que se empieza a manejar aspectos legales como los propios derechos de la naturaleza, y que algunos países ya los tienen incorporados a sus constituciones.



Volviendo al tema que nos ocupa, empezaremos hablando de los primeros pobladores y pobladoras de la comarca de Sanabria, de los que se piensa que se instalaron a finales de la última pulsación glaciar del Würm, hace aproximadamente 10.000 años, tal y como atestiguan registros polínicos con actividad agrícola. En ese momento comenzaba a formarse el Lago de Sanabria y todavía existían glaciares de valle y de circo en el entorno de las montañas más elevadas como el Moncalvo, Peña Trevinca, Faeda o el Vizcodillo. El gran casquete glaciar situado en la sierra de Segundera empezaba a perder espesor y se comenzaban a formar los más de 20 complejos lagunares que hoy en día existen.
Sabemos de la existencia de seres humanos en esta época por la presencia de pinturas rupestres en abrigos de la sierra y la elaboración de cazoletas o furaquines sobre la roca en siglos posteriores. Y es que a partir del 8000 a.C., en el llamado período Atlántico, comenzó a aumentar la humedad y temperatura considerablemente, lo que permitió la configuración hidrográfica actual de la comarca, una vez se retiraron los glaciares, y, por otro lado, la extensión de los carballos o robledales (género Quercus).



La disponibilidad de agua líquida y la disminución del frío invernal, junto a veranos más largos, permitieron que fueran instalándose más personas en la comarca. También se extendió el Castaño, tal y como demuestran los estudios polínicos en los limos de lagunas sanabresas, por su aprovechamiento, primero por la población celta originaria, y luego por los romanos. Así la castaña, por su fácil conservación, especialmente en harina, sería un alimento fundamental en la comarca hasta el siglo XVIII.
Los análisis polínicos de las arcillas y depósitos orgánicos de dichas lagunas sanabresas muestran que hace aproximadamente 3000 años, en Sanabria existían  gramíneas y artemisia, junto a monte bajo (Erica, Calluna y Cistaceae). La vegetaciónarbórea estaba representada por  Quercus perennifolios (encinas), Quercus caducifolios (robles), Betula (abedul), Ilex (acebo), Taxus (tejos) y Fagus (hayas).
Posteriormente, textos clásicos griegos señalan cómo los glaciares alpinos mostraron una extensión máxima entre el 900 y 350 a.C., coincidiendo con una pulsación fría intraholocena en la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, para decrecer en el siglo III a.C., hecho que se daría en toda Europa, y por ende en Sanabria. En esta época, una vez pasado el neolítico, y ya con conocimientos agrícolas y ganaderos, que combinaban con la caza y la recolección de frutos y plantas silvestres, abundantes por las buenas condiciones climáticas, aparecen los pueblos originarios celtas, pertenecientes a la cultura castreña del noroeste ibérico. También se explotaron minas de bronce y hierro en alturas que antes se encontraban tapadas por el hielo glaciar.
En estos pueblos predominaba la moralidad por encima de la ganancia, como prueba la no existencia de elementos de prestigio. Es decir, eran sociedades igualitarias sin apenas diferencias en el estatus social de los individuos, excepto las vinculadas a jerarquías religiosas. A esto hay que añadirle que no tenemos indicios de comercio exterior, lo que nos hace pensar que eran comunidades autosuficientes que realizaban sus propias viviendas, sus cerámicas… incluso conseguían sus propios alimentos del campo, donde la mujer jugaba un papel fundamental en la recolección de frutos silvestres, que suponían más de la mitad de la alimentación de sus hogares. Asimismo el trabajo de la mujer dentro del núcleo familiar era reconocido socialmente, al contrario de lo que ocurre en nuestra sociedad capitalista, industrial y patriarcal. Otro elemento definitorio era su manera de manifestar su espiritualidad, muy conectados con la naturaleza, usando bosques como templos. Dichos bosques santuarios de robles o carballos, y de tejos o teixus se habían instalado en la comarca aprovechando este período templado y húmedo.
Es de destacar que existen restos de más de 40 castros habitados en Sanabria en la Edad de Bronce, y cada castro podía tener una población media de entre 100 y 200 personas. De ello se puede deducir que la población en la Edad de Bronce en Sanabria podía ser similar a la actual.



Desde el siglo III a.C. y durante el primer milenio de nuestra era, todos los datos apuntan a que el clima debió ser templado y húmedo, además de tener una menor irregularidad que en la actualidad. Esto, entro otras situaciones, propició la invasión del Impero Romano del Noroeste de la Península Ibérica, que tanto le había costado debido a la resistencia de los pobladores celtas originarios y a las duras condiciones climáticas anteriores, tan diferentes a las del clima mediterráneo de la ciudad de Roma y la mayor parte de su imperio en aquel tiempo.
Las primeras oleadas de invasiones de pueblos germánicos, en el siglo V d.C., esas que a la postre acabarían con el Imperio Romano de Occidente y traerían consigo el comienzo de la Edad Media, se atribuyen a un fugaz empeoramiento del clima europeo entre los siglos V y VI, relacionado con la erupción del Volcán de Ilopango, que con la expulsión de polvo y cenizas evitaba que entrara la radiación solar en la Tierra.
A finales del siglo VIII y hasta el siglo XII d.C., se sitúa el llamado Pequeño Óptimo Climático Medieval. El casquete polar ártico retrocedió hacia el norte permitiendo a los vikingos establecerse en Islandia y Groenlandia, incluso llegaron a América del Norte. Por su parte, durante alguna décadas de esta época, Sanabria, estuvo bajo influencia musulmana, pero no con un control total, y es muy probable que se cultivaran productos mediterráneos como las viñas o los olivos debido a dicha influencia y las altas temperaturas dentro del Pequeño Óptimo Climático Medieval.

Del mismo modo, la arquitectura medieval con angostas calles favorecía la circulación y corrientes de viento, además de dar continua sombra para refrescar el ambiente.
Desde mediados del siglo XIII el clima tornó a unas condiciones climáticas más rigurosas modificando la agricultura y de la vida social. En estas duras condiciones se desarrolló la Reconquista cristiana de los territorios musulmanes ibéricos. Así, en Sanabria, al igual que en el resto del Reino de León al que pertenecía, se fueron creando nuevos pueblos (muchos de ellos corresponden con los actuales) con colonos traídos de otros lugares. Estos pueblos tenían una serie de fueros o ventajas tributarias ya que el endurecimiento de los inviernos, junto a los veranos más cortos, hizo que las cosechas se redujeran y la ganadería no progresara, sufriendo la zona calamidades, hambrunas, enfermedades y desórdenes sociales. Debido a estas circunstancias y a la falta de medios de comunicación, la tierra adquirió una gran importancia y las relaciones de vasallaje se empezaron a extender, y con ellas el control de la tierra por parte de la nobleza y la realeza de forma jerárquica. De esta forma, para tener el Conde cierto control sobre su terreno, se construyó el Castillo de Puebla de Sanabria a finales del siglo XV con granodioritas de Quintana. Otro ejemplo de importancia de la tierra en unas condiciones de autosuficiencias y sin transporte de mercancías, fue el acuerdo del Penedo o Fraga dos Tres Reinos en las proximidades del pueblo sanabrés de Castromil. Los habitantes de esta zona se dedicaban al pastoreo y durante los meses de verano se secaban todos los manantiales excepto uno ubicado en territorio portugués, al que los pastores gallegos y leoneses (sanabreses) se veían obligados a llevar su ganado para darle de beber, lo que provocó disputas con los portugueses por el agua. Se cree que fue en el año 1253 cuando el rey Alfonso III de Portugal, de visita por estas tierras, convocó a los reyes de León (reino al que pertenecía Sanabria) y Galicia a una reunión para solucionar estos problemas. Acordaron crear un área de unos 1.000 m2 que sirviese como abrevadero común para los tres reinos. En conmemoración de este acuerdo, en las rocas del Penedo dos Tres Reinos esculpieron tres cruces griegas, mirando cada una para sus respectivos territorio. Dice la leyenda que celebraron una comida y pronunciaron la frase: “Bebemos de la misma fuente; comemos en la misma mesa (Fraga dos Tres Reinos), cada uno con la cara vuelta hacia su reino”.
Fue una época en la que la flora y la fauna se expandió en el contexto de una sociedad rural que no estaba acostumbrada a un recrudecimiento climático tan severo, existiendo testimonios, por ejemplo, de cómo los lobos y osos se acercaban continuamente a los pueblos. A pesar de ello es importante resaltar la unión que había en la comunidad, que funcionaba como una gran familia dentro del sistema organizativo asambleario de Concejo Abierto Histórico. Con esto podemos deducir que los reyes reinaban pero no gobernaban sus territorios.
Fue una época en la que la flora y la fauna se expandieron en el contexto de una sociedad rural no acostumbrada a ese recrudecimiento severo del clima. Los monjes del monasterio de San Martín de Castañeda introdujeron truchas en varias lagunas de la sierra, fracasando en algún caso por el escaso alimento que tenían las truchas debido a las bajas temperaturas del agua, heladas más de 9 meses en ocasiones.



La situación se agravó en la Pequeña Edad de Hielo (del siglo XVI al siglo XIX, donde incluso en Peña Trevinca y alrededores se intuye que aparecieron de nuevo pequeños glaciares de circo. La mayoría de autores hablan de descensos invernales de 2ºC, y de que veranos frescos y húmedos sucedían a primaveras nivosas, lo que favorecía la acumulación de nieve y hielo permanentes en nuestras montañas a altitudes muy inferiores a las actuales.
Asociado a las duras condiciones climáticas descritas en la Pequeña Edad de Hielo, el hambre y la peste mantenía a la población de Sanabria en condiciones demográficas de Antiguo Régimen, con altas tasas de natalidad, de mortalidad y mortalidad infantil), que se mantendrían hasta bien entrado el siglo XIX.
Las informaciones históricas del noroeste ibérico, junto con los datos aportados por la dendrología, confirman que las circulaciones meridianas norte-sur aumentaron su frecuencia, dándose inviernos muy fríos y veranos cortos. Durante la primavera y el otoño se daba la mayor pluviosidad, habitualmente en forma de nieve. Esta mayor innivación contribuyó a que a partir del siglo XVII se implantara la costumbre de conservar los alimentos y realizar bebidas y helados con la nieve de los heleros y neveros en las escasas semanas de verano. Esta costumbre perduró hasta el siglo XX en Sanabria y muchas personas todavía lo recuerdan hoy en día diciendo “eran famosos los helados de nata que se hacían con la nieve de los neveros de la sierra y se vendían en los bailes y fiestas”. En ocasiones se llegaban a construir en la sierra pozos para el almacenamiento de la nieve y hielo y que así durara más.
También hay que destacar que en esta época comenzaron a llegar alimentos adaptados a climas similares al de Sanabria, especialmente de América, como la patata, que sería pieza clave de la dieta sanabresa desde entonces, ya que anteriormente la castaña era el alimento principal.
Dentro de la Pequeña Edad de Hielo, y casi en su final, destaca el decenio 1810-1819 sobresaliendo el año 1816, conocido como año sin verano, por efecto de las cenizas volcánicas introducidas en la estratosfera por el Volcán Tambora, que provocó una reducción de la radiación solar. Es posible que en esos años se formaran pequeños aparatos glaciares en los circos que rodean Trevinca.
A partir de mediados del siglo XIX comienza un ciclo marcado por la recuperación de las temperaturas que dura hasta hoy y es lo que conocemos como Calentamiento Global, dentro de un marco más amplio de Cambio Climático. 
En este contexto de facilidades climáticas, las élites urbanas, muchas veces llevadas por pensamientos ilustrados desarrollistas, entraron en el mundo rural y natural de una forma poco respetuosa. En primer lugar por las desamortizaciones civiles que se realizaron usurpando las tierras comunales de las vecinas y vecinos de Sanabria, y en segundo lugar por implantar un pensamiento único y técnicas desarrollistas, como la silvicultura del pino, que acabó con actividades rurales tradicionales por quedarse sin tierras y que presentaban al mundo rural tradicional como atrasado, cuando en realidad había sabido convivir respetando su entorno natural. Asimismo, ésto trajo consigo un cambio de mentalidad (bajo mi punto de vista negativa) y el famoso éxodo rural que continua en la actualidad.
Ligado a una mejoría del tiempo, también a finales del siglo XIX comienza el turismo en Sanabria, aunque muy reducido y exclusivo para las élites que podían pagarse unas vacaciones en balnearios tan exclusivos como el de Aguas Chironas en Cobreros, el balneario de Calabor, o el famoso Bouzas a orillas del Lago de Sanabria.


En la década de los años 40 del siglo XX en la comarca se sucedieron varios años con veranos excesivamente frescos (es posible que exista relación con erupciones volcánicas importantes que no dejaban atravesar la luz solar en la atmósfera en su totalidad), lo que hizo que las cosechas, principalmente trigo y centeno, no prosperaran. Si a esto le unimos la situación de postguerra por la que atravesaba la comarca y el establecimiento de situaciones de desigualdad en el mundo rural fruto de la dictadura recién instaurada (décadas y siglos antes estos no había sido así debido a la igualdad que existía en la organización del Concejo Abierto y sus Montes Comunales en Sanabria), estos años se recordaran como los más duros, incluso existiendo casos de desnutrición y desequilibrios alimentarios graves.
El Cambio Climático está quebrantando cada vez más leyes de la naturaleza, ha dejado el Ártico sin hielo en verano, está llevando vida a la inhóspita Antártida, las plantas crecen a más altitud que en el pasado... Así, un estudio con varias especies de árboles de hoja caduca muestra que reverdecen cada vez antes, en particular los que crecen en las partes altas de las montañas….La brotación de las hojas se ha adelantado 1,9 días por década en las cotas más altas como en Sanabria.
El Cambio Climático también se observa en la inestabilidad climática y muestra de ello es la reducción temporal de las estaciones intermedias de primavera y otoño. Las castañas se recogen más tarde y tradiciones como "la rebusca" que se hacía en los santos, ya carece de sentido mantenerla en esa fecha. También están apareciendo nuevas plantas y animales que antes no se veían en la comarca y son más continuas y prolongadas las sequías estivales de verano.
Para finalizar también hay que mencionar que Sanabria se puede ver afectada por el Cambio Climático por temperaturas extremas y oscilaciones térmicas más variadas, incremento de incendios, aumento de periodos de aridez y sequía intercalados con otros de exceso de precipitaciones e inundaciones… todo ello puede afectar al turismo, principal actividad económica, y a la ganadería y agricultura.
Asimismo todos los estudios coinciden en que los efectos del Cambio Climático serán especialmente críticos sobre la fauna, flora, suelos y recursos hídricos y forestales de las montañas. Se prevén, por tanto, consecuencias importantes sobre la dinámica de los recursos hídricos, ya que habrá menos acumulación invernal de hielo y nieve y, por tanto, el caudal de los ríos en primavera se verá reducido y se verán alterados los mecanismos de recarga de los acuíferos. Por otro lado, las especies adaptadas a pisos altitudinales cimeros desaparecerán por pérdida de hábitat al cambiar las condiciones climáticas de este espacio y serán usadas por especies del piso altitudinal inferior.

1 comentario:

  1. Y que acabara la pequeña edad de hielo justo cuando empezó la segunda revolución industrial no os dice nada? o sea, que todavía queda 1 grado para igualar la época del óptimo climático medieval y en el holoceno aún fue mas alta... el ser humano en esos ciclos no pinta nada.

    ResponderEliminar