"Un cronómetro no es una pieza del equipo de montaña"
"A la montaña se debe acudir con respeto, en silencio y con armonía, como si de una visita a un museo se tratase, no como si estuviéramos en una pista deportiva" Daniel Boyano Sotillo
"A la montaña se debe acudir con respeto, en silencio y con armonía, como si de una visita a un museo se tratase, no como si estuviéramos en una pista deportiva" Daniel Boyano Sotillo
Eso, a veces provoca una distorsión, y otras veces no provoca nada: se practican y no hay más consecuencias. La distorsión depende de la masificación que conlleve y el equipamiento que requiera la práctica de dicho deporte. Lo mismo ocurre con el turismo de montaña, que no deja de ser una modalidad del turismo convencional que utiliza la montaña como escenario.
El atletismo de montaña (las carreras de montaña) no deja de ser una modalidad más del atletismo en general. La bicicleta de montaña no deja de ser una modalidad más dentro del ciclismo. No es viable que se convierta toda la montaña en una pista de atletismo o en un velódromo. Lo cual no quiere decir que no haya espacio para todo y para todos, con la debida regulación, claro. Pero estableciendo criterios razonables de uso en los lugares donde se practican dichos deportes y respetando los ciclos naturales de plantas y animales, especialmente en época de reproducción.
Si de repente, en un prado de alta montaña donde crece la preciosa Arnica montana metes a 500 personas a la carrera, el desastre va a ser tremendo. Hay que estar sobre estos fenómenos, que pueden ser moda o pueden permanecer.
Pero el mayor impacto sobre la montaña, y más negativo, obviamente, lo produce el esquí, al estar asociado a políticas urbanísticas que acaban transformando de una forma muy importante el territorio. Hablamos del esquí de pista, el mal llamado “alpino”, y no el de travesía, randonee o de montaña. El esquí de pista tiene asociado la estación de esquí, y amplias zonas de urbanización a su alrededor. Como se trata de urbanismo, estos últimos años esta expansión ha estado muy relacionada con la burbuja inmobiliaria, con todo lo que ello supone.
Las pistas de esquí no son más que un modelo de economía industrial y de servicios: de industria turística pesada metida en la montaña. Y resulta que si la nieve cada vez se va retirando más, hacia cotas más altas, allá va siguiéndola este modelo de turismo tan intrusivo. El modelo turístico asociado al esquí de pista va en contra de la naturalidad y espontaneidad de la montaña. Es incompatible. Todo lo demás es controlable y se puede regular.
El montañismo o alpinismo clásico es el eje vertebral de la asociación del hombre con la montaña, sobre todo con la alta montaña, que después se ha disgregado en materias distintas: senderismo, escalada, esquí de montaña, descenso de barrancos, etc…
El alpinismo ha conseguido tener un código, un estilo en sí mismo, unas referencias culturales propias muy profundas. Los otros deportes no tienen esto, o todavía no lo tienen. La caza y la pesca como “actividad deportiva”, las carreras de montaña o la bicicleta de montaña, u otras actividades, no tienen ese fundamento.
No es lo mismo el alpinismo o sus variantes que las disciplinas deportivas y competitivas que se practican en la montaña. El alpinismo tiene un código no escrito, no le hace falta una reglamentación que marque su práctica. Se autoregula, como la propia naturaleza.
Y no hay que olvidar que el alpinismo tiene una base cultural impresionante: libros narrativos, poesía, pintura, cine, música…
«El alpinismo tiene un soporte cultural. La moda de las ascensiones exprés es acultural porque contempla la montaña como una mera cancha, una pista rugosa donde correr», comenta a ABC el geógrafo, escritor y alpinista Eduardo Martínez de Pisón. «Ir deprisa tiene ventajas: vuelves antes y minimizas los riesgos, pero le quita encanto a la experiencia. Si te gusta la montaña... ¿para qué ir rápido? Disfruta todo el tiempo que puedas. Esos paisajes imponentes se han convertido en objeto de deseo de otros deportes, como el ciclismo, que antes se practicaba en el llano. Ahora la carretera de la República, en la sierra de Guadarrama, se ha convertido en un velódromo. También el atletismo se ha desplazado a ese terreno, con pruebas masivas, invasivas y extremas. Me parece admirable lo que hace gente como Kilian Jornet, pero el alpinismo es un grado más, la montaña es un paisaje con idealismo y nobleza. Cuando Mallory fue al Everest a principios del siglo XX llevaba cartógrafos y biólogos. Aquellas expediciones desprendían ciencia y cultura».
Por su parte Daniel Boyano Sotillo opina que "cuando en un libro supuestamente de montaña, aparece en la portada, y se habla más de la supuesta persona que ejerce un mérito que de la propia montaña, como mínimo tienes que sospechar si eso es montañismo. Esto sucede continuamente en con las y los corredores de montaña." Por otro lado opina que si de verdad te gusta la montaña y no la ves como un simple escenario " es necesario estar el mayor tiempo posible para impregnarte de naturaleza. Los olores, colores, viento... en incluso frío, tienen que ser interiorizados para ser comprendidos ya que solo se cuida aquello que se quiere, y para quererlo hay que conocerlo dedicándole tiempo y tranquilidad" asimismo opina "que es imprescindible transmitir a esto a otras personas para que respeten las montañas porque no solo son grandes, son también gradiosas"..."No se si el montañismo es un deporte, para mi es mucho más. En los deportes hay ganadores y perdedores, en la montaña no; la montaña tiene extensa literatura, los deportes no; el montañismo se practica en ambientes naturalizados, otros deportes no...". También es importante tener en cuenta que "cuando entran 600 personas corriendo por zonas de cría de animales puedes crear daños irremediables".
En general, los deportes de montaña se pretenden vivir con mucha comodidad, y no es bueno, pues eso requiere transformar el territorio. Emociones fuertes, rápidas y cómodas no es hacer montaña. Para eso es mejor ir a un parque de atracciones. Es más económico, para las personas y para la naturaleza que nos acoge a todos.
Las montañas son para admirarlas, no para invadirlas sin ningún respeto. Ellas son fuentes de vida que aún se mantienen aparte de esta vorágine en que vivimos.
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